"(…) Cuando un nombre está bien puesto, está bien puesto.
– ¿A que sí? No encontraría nada parecido hasta El Manivelas.
– ¿Y ese quién era?
– Un taxista de Santiago que se esmeró mucho, en los años de represión franquista, en hacerles la vida imposible a los rojos fugitivos, en el lenguaje brutal de la época.
– Pero eso no explica el nombre...
– Sí que lo explica. Cuando un perseguido estaba cruzando un puente y venía algún coche, se colgaba por la parte de fuera del puente para que no lo viesen.
Pero si el tipo del coche era El Manivelas y lo había visto, lo tiraba abajo golpeándole los dedos sin contemplaciones.
– Con la manivela...
– Con la manivela. No sabe la cantidad de barbaridades que se perdió usted. (…)”
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