"(...) Teresa Álvarez Alonso nació en Asturias en 1921, el año del desastre
de Annual. En 1934, siendo una zagala de apenas 13 años vio pasar la
sombra sangrienta de la revolución de Asturias; dos años después, con
15, el levantamiento de los perjuros y el inicio de la Guerra Civil; en
1938, con la toma de Asturias por las tropas rebeldes, la prisión y
luego muerte de su abuelo, Evaristo, en tierras pontevedresas, y
finalmente en 1940, con 19 años, la tortura y prisión de su padre, Francisco Álvarez Miranda, los trabajos en un batallón disciplinario franquista de su hermano José Álvarez Alonso y la desaparición de su otro hermano, Sancho, al que los falangistas le dieron el ‘paseíllo’.
“Ninguno había militado en ningún partido. Creemos que hubo una
delación, no sé si por maldad o por qué, de unos vecinos. Pero nunca
supimos por qué se los llevaron”, dice Teresa a cuartopoder.es.
Vivían en una casa familiar y las tierras que labraban estaban
arrendadas a un marqués. La delación, por lo tanto, no pudo ser para
quedarse con sus bienes. Tuvo que ser, más bien, por odios miserables,
por miserables rencillas.
“Primero se llevaron al abuelo Evaristo, con 77 años, pero luego, el
mismo día que terminó la guerra (1 de abril de 1939), el coronel Antonio Uría,
de la fábrica de armas de La Vega, en Oviedo, vino con una columna
gallega a por mi padre y a por mi hermano José. Querían llevarse también
a mi otro hermano, Sancho, pero no lo encontraron porque no había
regresado aún del trabajo. Se lo llevaron al día siguiente, el 2 de
abril”.
¿Qué ocurrió luego? Los hechos fueron dramáticos: “A mi padre,
Francisco, le torturaron en el hórreo: le metieron varillas de paraguas
en los oídos y le dejaron sordo. Luego, a él, y a mi hermano José, les
llevaron primero a Grado para interrogarles; después, a la cárcel de
Algodonera, en Gijón, y finalmente, a la prisión de San Marcos, en León,
donde les torturaron a ambos.
Como mi padre no les servía para trabajos
forzados, lo dejaron libre, porque no había hecho nada; pero mi hermano
José, aunque tampoco hizo nada, se lo llevaron a un Batallón de
Trabajadores en Barcelona. Fueron 28 meses de trabajos forzados y luego a
hacer la mili. Cuando se licenció, mi hermano José se fue a Argentina,
donde murió muchos años después”.
Dramática historia la de Francisco y José, pero salvaron la vida. No
pudo decir lo mismo el otro hermano, Sancho, a quien se lo llevaron el 2
de abril de 1939. “A mi hermano Sancho se lo llevaron a Grado y lo
encerraron en la casa de un indiano que habían convertido en prisión.
Un
día fuimos a llevarle una manta, porque hacía mucho frío, pero desde
unos ventanucos que daban al sótano escuchamos a otros prisioneros que
decían: ‘A Sancho le han dado el paseo’. Nunca le volvimos a ver”. (...)" (Manuel Ángel Menendez, Cuarto Poder, 29/05/2014)
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