21/12/12

“Se puede comprar un niño a las mafias por 6.000 euros”

"A las 6.30 puede estar corriendo por las calles de Granada, donde vive y trabaja, y a las 22.00 en Paraguay, Salvador, Guatemala, México o Filipinas. José Antonio Lorente (Olula del Río, Almería, 1961) es doctor en Medicina Legal, pero lo suyo no es hacer autopsias o descubrir asesinatos.

 Vive entregado a la identificación de niños abandonados en las calles, a la lucha contra el tráfico ilegal de menores. “En 2012 no se puede permitir que se practiquen adopciones ilegales en ningún país cuando existen instrumentos sencillos y sin demasiado coste para evitar el tráfico sexual o de adopción de niños”, asegura.

 Lorente lidera el programa DNA-Prokids de la Universidad de Granada con financiación privada —BBVA, Banco Santander, Caja Granada y la Fundación Life— que, desde su puesta en marcha en 2009, ha logrado identificar a más de 4.000 niños y reagrupar a 400 familias. La fórmula, explicada por él, parece sencilla.

 Se trata de “coger el ADN de menores abandonados en las calles en países como México, Filipinas o Malasia, mirar el listado de chavales cuya desaparición han denunciado sus padres, tomarles las muestras de ADN y cruzarlas con una serie de elementos imprescindibles” que les entregan para que hagan las pruebas.  (...)

El forense pide un té con leche y agua con gas y se recrea al hablar de DNA-Prokids, programa con el que ha contribuido a evitar, hasta el momento, 257 adopciones ilegales en los 14 países en los que está instalado y colaborando con las autoridades locales para impedir que ese millón de niños sin identificar que andan vagabundeando por las calles del mundo sean utilizados por las mafias.

¿Por cuánto se puede comprar un niño? “Todo depende de las características que quiera el comprador, pero las mafias te pueden vender a un pequeño por 10.000 o 12.000 dólares (entre 6.000 y 7.000 euros) y llevártelo a tu casa adoptado legalmente”.

El forense, gran aficionado del Athletic de Bilbao, ha visto mucho y muy desagradable a lo largo de su carrera. Da un sorbo al té y recuerda en voz alta imágenes que tiene grabadas a fuego, relacionadas fundamentalmente con niños y niñas de dos a ocho años robados en Malasia, Camboya, India o Filipinas para los pederastas. “Te dejan desarmado y con una profunda tristeza”, confiesa. “Con muy poco se podrían lograr grandes cosas”.    (El Pais, 03/05/2012)

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