13/4/11

La prohibición del 'burka'... "se trata de una prohibición muy politizada, camuflada bajo un fino velo universalista"

"Por consiguiente, los partidarios de una prohibición del burka como la que entró en vigor en Francia ayer, lunes 11 de abril, deben demostrarnos qué daño hace que las mujeres se paseen con el rostro cubierto. (...)

Es ridículo sugerir que las menos de 2.000 mujeres que se cree que llevan el burka en Francia, como las menos de 500 en Holanda, constituyen de pronto una amenaza para la seguridad más grave que todos esos hombres encapuchados y con pañuelos que llevan decenios ejerciendo la violencia. (...)

Además, en estos momentos, importa mucho la posibilidad de recuperar a los votantes que están yéndose a Marine Le Pen y la extrema derecha xenófoba. Es decir, se trata de una prohibición muy politizada, camuflada bajo un fino velo universalista. (...)

Silvana Koch-Mehrin, vicepresidenta del Parlamento Europeo, dice que el burka es "una prisión móvil". Y es frecuente oír que las mujeres solo se encierran en esa prisión móvil porque sus padres o sus maridos las obligan.

También simpatizo, en un principio, con esta opinión. Cada vez que, en un día caluroso en Londres, veo a una mujer envuelta en una túnica negra que camina detrás de un hombre con camiseta, vaqueros y zapatillas, mi primera reacción es: "¡Qué mierda de injusticia!". (...)

Un estudio realizado por el proyecto At Home in Europe, de las Open Society Foundations, que se hizo público el lunes de la pasada semana, muestra los resultados de unas entrevistas detalladas realizadas a 32 mujeres que llevan el rostro cubierto por completo en Francia.

Todas, menos dos, dicen que son las primeras en su familia que lo llevan, y casi todas insisten en que lo hacen porque han querido ellas. Varias decidieron llevarlo en contra de la resistencia inicial de sus maridos, padres y madres (las familias tenían miedo de encontrarse con hostilidad en la calle, un miedo razonable.

En una parodia tragicómica de las posibles reacciones francesas, a una de estas mujeres -Omera, de 31 años, que vive en el sur de Francia- la amenazó una anciana francesa con unas bolas de petanca).

Muchas entrevistadas describen el hecho de llevar el niqab o el burka como parte de un viaje espiritual, en el mismo tono en el que, antiguamente, una mujer cristiana o judía devota podría haber explicado su decisión de "tomar los hábitos".

Algunas explican también que es una forma de protesta y defensa contra un espacio público muy sexualizado y voyeurista: "Para nosotras, es un modo de decir que no somos un pedazo de carne en un mostrador, no somos una mercancía" (Vivi, 39 años, sur de Francia). Cerca de ti, Señor... y lejos de Pepe, el lascivo.

Quizá no nos guste su decisión. Tal vez nos resulte inquietante y ofensiva. Pero es, a su manera, un ejercicio de la libertad de expresión tan respetable como las caricaturas de Mahoma, que estas mujeres, a su vez, considerarán inquietantes y ofensivas. Y en eso consiste una sociedad libre: la que lleva el burka tiene que tragarse las caricaturas; el caricaturista tiene que tragarse el burka. (...)

¿Qué sentirán estas mujeres a partir de la prohibición? Oigamos lo que dice Camile, de París: "¿Por qué voy a tener que quitarme el niqab? No soy una terrorista. No soy una criminal. No soy una ladrona. Yo, que hoy respeto todas las leyes, las leyes de Dios y las leyes de la República, voy a convertirme mañana en delincuente".

Sin duda, existen casos de mujeres -con las que es mucho más difícil hablar- que llevan el niqab o el burka por miedo a los hombres de su familia. Hay que poner a su disposición todos los recursos: líneas de teléfono para hacer llamadas anónimas, apoyo de la comunidad, centros de acogida, facilidades para mudarse y empezar de nuevo.

También ellas deben tener libertad para elegir. ¿Pero cómo va a ayudarlas el hecho de prohibir el burka? ¿No es más probable que la reacción de esos tiranos sea encerrarlas aún más en casa? (...)

Pero, por el bien de la razón y el sentido común, centrémonos en lo que de verdad importa. Defendamos la libertad de expresión frente a las intimidaciones islamistas violentas.

Garanticemos que los hijos de los inmigrantes obtengan una buena educación, aprendan la lengua, la historia y la política del país europeo en el que viven y salgan equipados para hacer un trabajo útil y una plena contribución como ciudadanos.

No nos dejemos distraer por una política de gestos fáciles, que, mientras intenta recuperar los votos de los partidos xenófobos de extrema derecha, les está dando legitimidad.

La prohibición del burka es antidemocrática e innecesaria, y lo más probable es que sea contraproducente. Nadie debe seguir el ejemplo francés, y la propia Francia debería dar marcha atrás." (TIMOTHY GARTON ASH: El modelo francés no sirve. El País, 12/04/2011, p. 33)

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