31/1/11

Poco después de que el dictador dejara Túnez, sus secuaces mataron a presos y quemaron documentos de la represión

"¿Ves a ese? Lo conozco. Vive en mi barrio. Es un asesino a sueldo que se llama Hichem Kraiem". Un ciudadano de la capital de Túnez señalaba al individuo que vigilaba a los manifestantes el 14 de enero, horas antes de que el régimen colapsara y Zine el Abidine Ben Ali abordara el avión que le llevaría al exilio en Arabia Saudí.

Aquella noche y la mañana del día 15, el caos campó a sus anchas en el país. A fe que matones leales al dictador intentaron dejar atrás un panorama de tierra quemada. (...)

Pero también se sirvieron de un método nada novedoso: abrieron las puertas de las cárceles y 11.000 reos escaparon. Muchos corrieron una suerte fatal. "Policías abrieron las puertas de las celdas y dispararon en las prisiones de Monastir, Bizerte y Mahdia. Aparecieron 47 cadáveres carbonizados" (...)

"Algunos prisioneros", revela, "fueron obligados a quemar sus colchones". Mientras, de modo sigiloso, pruebas de los crímenes de la dictadura también ardían. (...)

Días después se supo que el déspota contaba con la ayuda de sujetos del pelaje de Kraiem: "Puede que nos tengamos que ir, pero prenderemos fuego a Túnez. Tengo a 800 tipos dispuestos a sacrificarse. En dos semanas, los mismos que se manifiestan nos suplicarán que volvamos". (...)

"En la prisión de Monergia, los agentes lanzaron gases lacrimógenos en las celdas y soltaron perros. No se hacía distinción entre presos políticos y comunes". Decenas de prisioneros y sus familiares comienzan a relatar a letrados los abusos ejecutados durante las dos jornadas siguientes a la fuga de Ben Ali. Es impactante.

"Les dejaron sin comer durante días, desnudos en sus celdas y golpeados. Las familias les llevaban comida, pero los funcionarios no permitían que se entregara. Solo a partir del día 22 se reanudaron las visitas", narra Labidi. Y sigue: "A un preso, Jaled Nasir, le metieron un tiro en el ojo. Está muy grave. Permaneció cinco días sin asistencia médica hasta que firmó un papel en el que exculpaba a la policía.

Ali Kalai, otro recluso, denunció torturas. Y volvió a ser torturado después del día 22. Está en un estado horrible". Ben Ali se había fugado ocho días antes. "No sabemos", agrega la activista, "cuántas personas han muerto, pero seguro que son más de las 78 que oficialmente anunció el Gobierno". (...)

El tribunal de la ciudad de Gabes, por ejemplo, fue totalmente calcinado", lamenta la abogada. Algo se ha conseguido recuperar de las cenizas. Habib Boomrane, también abogado, comenta: "El pueblo recuperó una lista de 1.200 colaboradores, con nombres y apellidos, que estaban a las órdenes del dictador. Al menos uno de ellos ha intentado suicidarse". Parece un caso aislado. (...)

La brutal represión -algo que explica el odio que profesan los tunecinos al viejo régimen- viene de largo. "En 1989 el régimen asesinó a mucha gente y no entregaron sus cadáveres a las familias", afirma la letrada. "Sé de 11 estudiantes que desaparecieron en 2005 en condiciones extrañas. (...)

Abundan quienes opinan que el régimen -a día de hoy pululan por las calles, barras de hierro en mano, matones que dan pavor- tardará en ser pasado. (...)

La policía no informa. Muchos jóvenes no han sido encontrados por sus familias", cuenta Labidi. Las ONG calculan que 3.000 civiles fueron detenidos tras entrar en vigor, en 2003, la ley antiterrorista. Sus madres alzan estos días en la principal avenida de la capital las fotografías de sus hijos desaparecidos." (El País, internacional, 30/01/2011, p. 9)

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