12/11/10

El verdugo voluntario... Massera


"El almirante Emilio Eduardo Massera, de 84 años, el hombre que convirtió a la Armada argentina en sinónimo de espanto y que animó a muchos de sus oficiales a transformarse en torturadores, secuestradores y asesinos, falleció el lunes en el Hospital Naval de Buenos Aires (...)

Su "carrera" y su increíble egolatría fueron cortadas de cuajo, primero por la acusación de haber tirado al mar, desde su yate oficial, al marido de una de sus amantes y luego, por la famosa causa judicial "Nunca Más" abierta por el Gobierno democrático de Raúl Alfonsín, que terminó, en 1985, con la condena a cadena perpetua de los principales responsables de la dictadura militar. El llamado "Proceso" supuso la muerte y desaparición de unos 30.000 argentinos, según los cálculos de los organismos de defensa de los derechos humanos. (...)

Los tres oficiales decidieron repartirse el poder por tercios, una para cada arma, y se lanzaron a una represión feroz, primero contra los "subversivos", integrantes de los Montoneros y otros grupos armados de izquierda; "después contra los cómplices; luego, contra sus simpatizantes; y, por último, contra los indiferentes y a los tibios", según explicó otro almirante de su misma ralea, Alfredo Oscar Saint-Jean." (El País, 08/11/2010)

"En su puesto de jefe de la Armada controlaba todo lo que sucedía en el interior de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), un edificio situado sobre una de las principales avenidas de la capital argentina que se convirtió en uno de los mayores centros de detención ilegal, tortura, robo de bebés y asesinatos del régimen militar. Se calcula que solo por sus instalaciones pasaron unos 5.000 secuestrados de los cuales apenas unas decenas sobrevivieron. (...)

A veces se incluía además el robo de las posesiones de los represaliados, incluyendo sus viviendas. (...)

Había abandonado la Junta y pasado a la reserva en 1978, sin embargo, quiso seguir al frente del Grupo de Tareas de la ESMA, es decir, de los militares encargados de custodiar, interrogar y torturar a los detenidos en el edificio, así como de elegir a aquellos que debían embarcar narcotizados en aviones Hércules para ser arrojados de noche sobre las aguas del río de la Plata. Y es que Massera no mostró tanto apego a las labores de Gobierno como a las de torturas. (...)

Pero los indultos de Menem no podían abarcar dos aspectos de crímenes contra la humanidad que resultaron imprescriptibles. Por un lado, el robo de bebés que les eran arrancados a las secuestradas en el mismo paritorio para ser entregados a familias afines a la dictadura. Por otro, el Plan Cóndor: la colaboración coordinada entre todas las dictaduras del Cono Sur para perseguir, y en ocasiones hacer desaparecer, a cualquier ciudadano de una dictadura amiga que fuera considerado una amenaza." (El País, 09/11/2010)

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