17/6/10

La historia de un superviviente de 97 añios

"El libro se titula Necrópolis, lo presenta en España Anagrama como uno de los lanzamientos clave de la Feria del Libro y está a la altura de los de Primo Levi o Imre Kertész. La novela arranca con el regreso de Pahor, metido sin querer entre un grupo de turistas franceses, a las ruinas-museo del campo nazi de Natzweiler-Struthof, situado en Alsacia. Pahor llegó allí deportado por la Gestapo tras ser detenido en Trieste como militante antifascista.

Se salvó de morir gracias a un médico francés y a otro noruego. Fue su intérprete en el hospital y allí vio apagarse a decenas de prisioneros; luego pasó al campo de Dachau como enfermero, y de allí al de Dora y al de Bergen Belsen. Su periplo acabó en Buchenwald, cuando ya había sido liberado, y más tarde en un sanatorio francés, donde pasó año y medio reponiéndose de una tuberculosis.

La novela va cosiendo las memorias del espanto con las reflexiones del Pahor que mira hacia atrás 20 años después: el sentido de culpa por haber sobrevivido, el placer de estar vivo frente al sentimiento de haber muerto en el campo; la imposibilidad de transmitir el horror junto a la perplejidad...(...)

Pregunta. Leyendo su libro se diría que salvó la vida por su don de lenguas.

Respuesta. Gracias a eso me salvé en los Vosgos colocándome de intérprete de un médico francés y luego de un noruego. Vivías rodeado de moribundos que morían muy despacio, por falta de vitaminas, grasas y minerales. Era duro, pero tuve más suerte que Shlomo Venezia, que sacaba a la gente de la cámara de gas, eso era terrible. Los campos donde yo estuve no eran de exterminio, sino de trabajo. Éramos casi todos luchadores antifascistas, llevábamos el triángulo rojo, y ayudábamos a alimentar la máquina de guerra hasta que resistíamos de pie. Había franceses, sobre todo, y rusos, polacos, checos, eslovenos, holandeses, belgas, muchos italianos... Más tarde llegaron los españoles que se refugiaron en Francia cuando ganó Franco. Aunque no eran de exterminio, dejaron 3,5 millones de muertos. Nosotros no éramos inocentes como los judíos. Éramos culpables y se vengaron de nosotros haciéndonos trabajar.

P. ¿Qué hacían en concreto?

R. En Dora y en los Vosgos se hacían misiles. Tenían presos a ingenieros rusos trabajando en sótanos excavados en la montaña. Los prisioneros hacían sabotajes muy a menudo, y cuando los cohetes fallaban y no llegaban a su destino, Wernher von Braun, el célebre ingeniero de las SS, ordenaba una investigación y ahorcaban a todos los del departamento responsable del fallo. Von Braun era ese tipo que se hizo tan famoso porque después de la guerra los americanos lo llevaron a trabajar a la NASA. Se hizo toda una celebridad y le hicieron grandes honores porque el cohete que llevó al hombre a la Luna lo hizo él. Es decir, el Saturno IV se hizo aprovechando lo ensayado en los campos nazis con los misiles." (El País, ed. Galicia, cultura, 04/06/2010, p. 43)

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