5/3/10

Las Casabella, las cuatro. Fusiladas. Madre, tía, abuela y nieta, de 10 años

"Eran cuatro, mujeres, de la misma familia y no estaban afiliadas a ningún partido político ni sindicato. Pero corría el año 36 y pagaron con su vida su simpatía por Alejandro Templás, militante del PSOE y de UGT perseguido por el bando franquista. Hoy su pueblo, Ourol, rinde homenaje por primera vez a las Casabella, a pocos días de la efeméride del fusilamiento de Alexandre Bóveda, desde 2006 Día da Galiza Mártir.

Josefa, Felicitas, Encarnación y la nieta de ésta última fueron tiroteadas en su casa de Candedo por militares que cercaban a uno de los hermanos Templás, Alejandro, condenado en Lugo a 12 años de cárcel "por auxilio a la rebelión" y protegido de las mujeres. Templás, carpintero de 27 años, consiguió escapar al cerco -aunque fallecería poco después tras pasar varios días deambulando por el monte-, pero no así las Casabella. Ni siquiera hubo compasión para la más joven, una niña de 10 años. Junto a ella murieron su madre, su tía y su abuela. A la anciana y a una de sus hijas ni siquiera les dejaron salir de casa. A la pequeña y a su tía las descubrieron en las cuadras y las mataron delante de sus vecinos.

Era verano, el tiempo de la malla, y los falangistas finiquitaron su tarea prendiendo fuego al trigo, a la vivienda y al ganado de las Casabella. Lo que vino después se hizo con el mayor de los sigilos, y aún así resultó fatal. Lo sabe Marcelino Otero, responsable local del BNG y pariente de un testigo de aquella masacre. Su bisabuelo Francisco, "vecino al fin", se aventuró a enterrar los cadáveres al lado del antiguo cementerio de Santa María de Ourol, fuera del suelo sagrado.

Francisco tenía vacas y un carro al que subió los cuatro cuerpos. "Los cubrió con paja, pero el camino tenía muchos baches y los cadáveres quedaron a la vista de todos", relata Otero. Los guardias se percataron del truco y le dieron una paliza. "Le dijeron que siguiera su camino si no quería acabar él también en el carro. Quedó tan afectado que murió a los pocos meses".

Hoy, de la fosa común en la que fueron enterradas no queda nada, pero el recuerdo de las Casabella sigue muy vivo entre los vecinos de Ourol, que han creado su propia leyenda de aquella tragedia. "Existen varias versiones del caso y todos los que hemos crecido aquí hemos escuchado alguna vez a nuestros mayores hablar de las Casabella", reconoce Otero." (El País, 14/08/2009)

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