30/10/09

La tortura de las familias...

"Castor Cordal era electricista y miembro de la CNT. Estaba casado y no tenía hijos. Sabía que iban a por él, y por eso intentó huir. Se escondió en distintos lugares hasta que un delator lo descubrió. Una vez detenido, se lo llevaron al Pazo de Fefiñáns (Cambados), donde fue recluido con varias personas. "Mi padre quiso verlo y no le dejaron. Cuando lo intentó el tercer día, le dijeron que se había escapado a Portugal", relata Josefina, de 83 años, hermana de Castor. Pero no había huido a Portugal. Estaba ya muerto.

"Unos amigos de la familia que se iban de madrugada a la feria de Pontevedra vieron cómo los asesinos se los llevaban a enterrarlos atados en una escalera", relata Josefina, que entonces tenía 9 años. "Así que enviaron a una persona para que le dijera a mis padres que no le buscaran más".

Poco antes del asesinato de Castor, los falangistas habían acudido a su casa. "Mi padre les pidió que le hicieran a él lo que quisieran, pero que no molestaran a su familia. Pero sacaron a mis hermanas y las hicieron bailar desnudas delante de ellos", cuenta Josefina. "Sufrimos muchísimo. Mi madre no se quitó el luto por su hijo hasta que murió. Los dos murieron con esa amargura, pensando siempre en el hijo que le habían matado. Parece que estuviera viendo ahora a mi hermano: era un hombre como un castillo, fuerte, bueno...".

Los falangistas también visitaron la casa de Ramón Barreiro antes de matarle. Torturaron a sus padres para que le dijeran dónde estaba escondido. Violaron y raparon al cero a su madre, que murió poco después. Y una vez muerto Ramón, le cortaron un dedo para robarle un anillo que tenía y que llevaba en la foto familiar que ilustra este reportaje.

Ramón tenía sólo 19 años y se había ganado cierta fama con las gacetillas locales que escribía. Pertenecía a una familia de tradición republicana y su hermano, movilizado para la guerra por las tropas franquistas, se pasó al lado contrario. Al parecer, fue un cuñado de su madre quien delató a Ramón." (El País, ed. Galicia, Galicia, 22/10/2009, p. 8)

No hay comentarios: