En un pequeño bote de pescadores, su padre, su esposo y su hermana se alejaban remando de la fortaleza militar hacia el otro lado de la ría, con el bebé enroscado en una manta. Aquel niño, Gabriel Toimil García, tiene hoy 72 años y una salud delicada. Es el testigo y la memoria viva de Amada, madre, esposa, mujer y republicana.
"La acusaron de bordar una bandera comunista que guardaba en casa", explica su hijo. Era falso. Fue otra mujer a la que los franquistas indultaron. El delito de Amada consistió en ser una activista valiente y una buena oradora. Cuenta que la denunciaron por recelos y envidias, "engañando" a vecinos analfabetos a los que obligaban a firmar declaraciones "inventadas". "Uno quiso retirar la acusación, pero lo amenazaron, incluso desterraron a dos curas que trataron de ayudarla", recuerda Gabriel.
Su padre fue encarcelado y se crió en Mugardos, junto a sus abuelos maternos, un pescador y una redeira. Cuenta que su familia le relató una mil y veces el tortuoso camino de vuelta, y el estruendo de la descarga de los fusiles en mitad de la ría. (...)
En su casa de Caranza, Gabriel guarda con celo el extenso proceso del consejo de guerra que sesgó la vida de Amada García. Centenares de folios plagados de acusaciones y falsos testimonios que sirvieron a los fascistas para sentenciar a su madre y a otros 37 vecinos. También una carta escrita a lápiz por Amada a su esposo desde la prisión ferrolana donde señala, uno por uno, a sus delatores y sus motivos. Junto a su madre, los militares franquistas llenaron de plomo a otros siete vecinos de la comarca: el maestro Ángel Roldós, Juan José Teijeiro Leira, José María Montero Martínez, Antonio Caniña, Ramón Rodríguez López, Jaime González Pérez y Germán López García." (El País, ed. Galicia, Galicia, 12/07/2009, p. 5)
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