2/7/08

El suicidio de los espías

'Cazanazis', espía y enemiga de Franco. Marina Vega recuerda su trabajo para la Resistencia Francesa desde España y su lucha contra el dictador. (…)

-"¿Cazó muchos?".

-"Unos pocos", dice sonriendo, 67 años después, en su casa de Madrid, y tras mucho insistir.

Los espías hablan poco. Pero no suelen mentir. "Si te cogían los nazis, tenías una pastilla de cianuro en el bolsillo. La metías en la boca; si pasaba el peligro, la escupías y si veías que estaban a punto de hacerte hablar, la tragabas. Es una muerte automática. Tuve compañeros que lo hicieron. Otro se mató en una celda dándose cabezazos contra la pared. Debió de ser horrible, porque la celda era muy pequeña. No podía coger carrerilla". (…)

Terminó la Segunda Guerra Mundial "y empezó la limpieza" [de nazis]. (…)

Hubo una desbandada de nazis y colaboracionistas a España".

-"¿Y cómo les cazaban?".

-"Bueno, eso no tiene importancia... (sonríe). Los metíamos en el maletero y los mandábamos para Francia".

Nunca tuvo que usar las dos armas que llevaba siempre encima -"una pistola del calibre 6,35 y otra de 7,65. Eran más para quitarte de en medio si llegaba el caso que para otra cosa"- y asegura que el peor momento de su vida fue el regreso a la España franquista. "Mi misión había terminado y mi madre seguía aquí, así que regresé en 1950. En aquellos momentos no existía la palabra depresión, pero yo debí coger una. El cambio fue espantoso. En Francia, al día siguiente de que terminara la guerra ya había de todo. ¡Y aquí, en el 50, seguían con las cartillas de racionamiento!".

Superó la depresión de haber vencido a los nazis para regresar a un país en dictadura gracias a la indignación. "Empecé a repartir papeles, organizar huelgas. Me detuvieron y me interrogaron dos veces. A mi novio, el director general de la policía, que era amigo suyo, le preguntó un día si sabía quién era yo. Él le respondió: 'Si tú supieras..." (El País, ed. Galicia, España, 29/06/2008, p. 16)

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