29/5/23

Hoy cumple 100 años Henry Kissinger, en palabras de Gore Vidal, el mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo... No es fácil para un hispanohablante recordar los años de Kissinger fuera del dolor por la tragedia y el crimen... “¡Cuánta crueldad!”

 "Hoy cumple 100 años Henry Kissinger, en palabras de Gore Vidal, el mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo. Con probable seguridad no merecerá artículos de consideración, ni homenajes de reconocimiento, apenas un apunte biográfico que tratará de aliviar el peso de la historia o una reseña por su último engendro histórico pródigo en páginas, en el mejor de los casos dictado que no escrito. Este siglo lleva su huella, algo tan insólito que trasciende las urnas electorales de una campaña fétida. Vivir durante cien años y hacerlo desde el poder casi absoluto es un privilegio reservado a muy pocos, tan pocos que sería difícil encontrar un caso similar en el que se aunara el derecho a matar en masa y al tiempo poder mirar hacia atrás con ese aplomo y seguridad que otorga la impunidad de creer que nadie ha nacido en esta época, que es el suya, capaz de avergonzarle. Una leyenda viva y blindada.

¿Una semblanza? No cabe. ¿Antecedentes? No tiene. Habrá quien se conforme en la pedantería académica recurriendo a su tesis doctoral, su primer escalón hacia el poder. La hizo sobre Metternich, aquel aristócrata de la Viena imperial, que no sólo se sentía a gusto con ser conservador, como Tallleyrand que se conformaba con detener la historia, lo suyo estaba en devolverla a los pasados siglos, la ambición de un reaccionario. Mientras el Conde Metternich ya nació hijo de poderoso diplomático, cuando se entendía por tal la implacable acumulación de reinos y bienes para sí y para los emperadores que les otorgaban una parte en los repartos de familia, no es el caso de Kissinger. La única comparación posible, y traída por los pelos, se refiere a nosotros los españoles, porque mientras uno promovió que la Santa Alianza acabara militarmente con nuestro modesto Trienio Liberal, el otro, pasado un siglo largo, suministró el respaldo a la Marcha Verde marroquí que ocupó el Sahara occidental tras los estertores de Franco.

Por lo demás, ningún parecido. Hijo de un maestro de escuela judío y una ama de casa, que vivió en Baviera y en alemán hasta los 15 años que llegó a los Estados Unidos huyendo del nazismo. Se hizo ciudadano norteamericano en vísperas de la Guerra Mundial y a partir de ahí el meritoriaje. Harvard, Columbia y Georgetown, salpicadas de experiencias en el campo de la Inteligencia Militar. Le detectaron maneras porque ya en 1951 lo hacen asesor de la Corporación Rand, el mayor grupo armamentístico del mundo, suministrador privilegiado del gobierno de los EEUU.

Asesinado Kennedy el mundo pasó a las manos de los presidentes Johnson, Nixon y Gerald Ford; a su lado siempre el incombustible Henry Kissinger. Su cuaderno de guerra no hay general que lo iguale. Vietnam, Camboya, Pakistán, Angola… Es el lado caliente de la Guerra Fría, donde se mezclaban de manera intermitente y diabólica los frentes de batalla y las conversaciones de paz con el telón de fondo del otro cómplice, la Unión Soviética. Los bombardeos y la devastación -sólo en Vietnam y Camboya se descargaron más que sobre Japón durante la II Gran Guerra-. en ocasiones tuvo su lado tragicómico. Las ansias mundiales por dar por terminada aquella desigual batalla logró un alto al fuego que concedió a Kissinger y al líder vietnamita Le Duc Tho el Premio Nóbel de la Paz, en 1973. El Acuerdo que se firmó en París fue tan breve que no resistió la embestida de los intereses y los negociadores se encontraron ante la equívoca tesitura de ser al tiempo nóbeles de la Paz y jefes de la Guerra. El vietnamita devolvió el título pero Kissinger se lo quedó. Una muestra, no de su concepción del mundo sino de sí mismo. Nunca cedas lo que acabas de conseguir y desdeña lo que puedan pensar de ti, porque al fin y a la postre no eres sino el poder que manifiestas.

En Asia se consagró como talento de estadista corsario. Implacable en la extensión de la guerra en la península Indochina y habilidoso para tejer una relación privilegiada con la China de Mao. El gesto merece algo más que elogios porque azuzaba el enfrentamiento de los chinos con los soviéticos y aislaba aún más a los vietnamitas. La foto de Kissinger en 1972 con Mao Tse Tung y Chu En Lai al fondo es para enmarcar. Se hizo emblema y marcó el punto más alto de la política exterior de los EEUU en una época que lindaba con el Watergate y Latinoamérica.

 No es fácil para un hispanohablante recordar los años de Kissinger fuera del dolor por la tragedia y el crimen. El Cono Sur se convirtió en la selva de la impunidad. Las cintas magnetofónicas y mensajes desclasificados recientemente muestran cómo se organizó el golpe contra Salvador Allende desde el día de su menguada victoria electoral (un 36,3% frente al 35,5 del conservador Alessandri). Con el primer minuto se puso en marcha el golpe militar. Lo supervisó Kissinger personalmente. Fue el comienzo de una matanza que se iría ampliando a Argentina, Uruguay, Brasil… La Operación Cóndor resulta difícil de creer si no hubiera sido una realidad incontestable y documentada. 

Kissinger alentó a Pinochet para una tiranía sangrienta que duraría 17 años. Incluso fue capaz de encubrir el atentado que volaría el coche y la vida de un diplomático chileno ante la Casa Blanca, Orlando Letelier. Sucedió para mayor escarnio a las puertas de su domicilio, en el mismo Washington. Uno más de una lista interminable cuyos efectos duran aún. (...)

En 1979 Carlos Saura dio a luz una película inolvidable con guion de Rafael Azcona. Aún vivíamos en plena Transición y el filme tenía mucho de retrato familiar de dos épocas que costaba distinguir, la que sobrevivía y la que aspiraba a cambiar entre miedos y cambalaches. La tituló “Mamá cumple 100 años” y allí estaba una característica Rafaela Aparicio en estado de gracia, un Fernando Fernán Gómez disfrutando en actor soberbio, y hasta un grande argentino exiliado por los efectos Kissinger, Norman Briski. No hay ninguno, ni los actores modestos, que no tenga su secuencia de gloria. La música de Luis de Pablo, entre una marcha militar de Ruperto Chapí, un lied de Schubert y unas sevillanas cantadas y bailadas. Pero habrá de ser la señora que cumple el siglo la que sentencie el resumen de su tiempo: “¡Cuánta crueldad!” "                   ( , Vox Populi, 27/05/23)

 

"La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile: “Queremos ayudarlo: simpatizamos con lo que están tratando de hacer aquí”.

Henry Alfred Kissinger cumple este sábado 100 años. Con motivo de su natalicio, el Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha publicado una selección de documentos desclasificados que revelan “el lado más oscuro” del poderoso secretario de Estado estadounidense (1973-1977), y previamente consejero de Seguridad Nacional (1969-1975), durante los mandatos de los republicanos Richard Nixon y Gerald Ford. Uno de los asuntos en los que pone especial énfasis la publicación de documentos es el papel que desempeñó Kissinger en la estrategia de hostilidad y presión para favorecer el derrocamiento del Gobierno socialista de Salvador Allende. También, en el apoyo estadounidense para consolidar la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile (1973-1990). En la transcripción de una reunión privada sostenida en Santiago en 1976, el estadounidense, cuyos asesores le habían recomendado mostrarse crítico ante el dictador por las violaciones a los derechos humanos, le dio un espaldarazo: “Queremos ayudarlo, no perjudicarlo”.

“Simpatizamos con lo que están tratando de hacer aquí”, afirma Kissinger en representación del Gobierno de Nixon, “hizo un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende”. Y añade su visión personal: “Mi evaluación es que usted es víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue derrocar a un Gobierno que se estaba volviendo comunista”. El encuentro en Santiago se produjo cuando se estaba celebrando la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la capital chilena. El secretario de Estado también comenta a Pinochet que retrasó su discurso de aquel día para advertirle con anticipación que en su intervención se referirá, brevemente, al informe elaborado por la Comisión de Derechos Humanos de la OEA sobre la situación en el país sudamericano. Kissinger se excusa en que lo hará para evitar que el Congreso estadounidense, donde hay “problemas” por el tema de derechos humanos, apruebe sanciones en contra de Chile. “Quería que entendiera mi posición. Queremos tratar con persuasión moral, no con sanciones legales”, agrega ante Pinochet.

Durante la conversación, Kissinger insiste al dictador que sería “de gran ayuda” si anunciase las medidas que están adoptando en materia de derechos humanos. Lo primero que respondió Pinochet sobre el asunto fue: “[El país está] Volviendo a la institucionalización paso a paso. Pero constantemente estamos siendo atacados por los democristianos. Tienen una voz fuerte en Washington. No en el Pentágono, pero llegan al Congreso. [El diplomático Gabriel] Valdés tiene acceso. También [el excanciller de Allende, Orlando] Letelier”.

En septiembre de ese año, Letelier fue asesinado en Washington en un atentado con una bomba adosada a su coche. Las autoridades estadounidenses tardaron años en reconocer que Pinochet ordenó su muerte; el primer acto terrorista patrocinado por un Gobierno extranjero en la capital de EE UU. Para calmar la aprensión del dictador sobre los democristianos, el secretario de Estado le aseguró que no estaban influenciando en el Ejecutivo y que desde 1969 no había visto ninguno en Washington. “Quiero ver que nuestras relaciones y amistad mejoran. Alenté a que la OEA tuviese aquí [en Santiago] su Asamblea General. Sabía que eso le añadiría prestigio a Chile. Vine por eso”, reconoce Kissinger.

En el encuentro en Santiago, Kissinger también le recomendó a Pinochet que los anuncios en materia de derechos humanos que podría usar para obtener cierto rédito político pasaban por asegurar las garantías constitucionales, divulgar el número de prisioneros en Chile y confirmar el derecho de habeas corpus (que permite a los detenidos ser conducidos inmediatamente ante un juez si así lo piden). Además, le aconsejó comunicarlas como un paquete de acción política con la finalidad de conseguir un “mejor impacto psicológico”.

Peter Kornbluh, analista senior encargado del país sudamericano en el Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington, concluye que “Chile es el talón de Aquiles de Kissinger”. “Todos hablan del legado de Kissinger por su centenario. Ese legado son las transcripciones de estas grabaciones, la verdadera evidencia del lado oscuro de su impacto en el mundo. Estos documentos nos lo recuerdan. Son como haber tenido una mosca en la pared de su oficina escuchando lo que se hablaba”, sostiene por teléfono Kornbluh, que lleva años estudiando al dictador y ha analizado los documentos desclasificados.

Tras la detención en Londres de Pinochet en 1998, a los 83 años y acusado de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, Kornbluh escribió el libro Pinochet: los archivos secretos (Memoria Crítica, 2003). Ahora, a finales de junio, publicará un nuevo volumen: Pinochet, desclasificado (Catalonia), donde sigue profundizando en el papel de Kissinger en la dictadura chilena, con mención a estos documentos desclasificados. El autor promete en la nueva entrega “numerosas revelaciones”: “Es uno de los hombres vivos más poderosos y cuya reputación está manchada de sangre, desde Chile hasta Camboya”.

Más de 30.000 páginas de conversaciones secretas

El Archivo de Seguridad Nacional cuenta con más de 30.000 páginas de transcripciones de las conversaciones telefónicas de Kissinger, muchas de las cuales el político grabó en secreto. El registro histórico desclasificado no deja dudas de que fue el “principal arquitecto de los esfuerzos estadounidenses para desestabilizar” el Gobierno de Allende, postula la ONG que investiga y disemina los documentos. En las semanas previas a la toma de posesión de Allende en 1970, los registros de la CIA revelan que Kissinger supervisó operaciones encubiertas para fomentar un golpe militar que condujera directamente al asesinato del comandante en jefe del Ejército de Chile, el general René Schneider. Uno de los documentos revela también que el 15 de septiembre Kissinger mantuvo una reunión en la Casa Blanca con el presidente Nixon y el director de la CIA, Richard Helms, sobre Chile. Las notas del director de la CIA registran las órdenes de Nixon de “hacer gritar a la economía” y evitar que Allende asumiera el cargo de presidente.

Una vez que el médico socialista llegó al poder, Kissinger autorizó una intervención clandestina para “intensificar los problemas de Allende”. También para que se crearan las condiciones para que el derrocamiento pudiera ser factible, según las transcripciones de una reunión con el Consejo de Seguridad, celebrada solo tres días después de que Allende asumiera la presidencia."                  (Antonia Laborde, El País, 26/05/23)

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