"(...) Los asesinatos de mujeres comenzaron en
el verano del 36 bajo la cobertura de los bandos de guerra, sus muertes
cumplían el papel de aviso y castigo: María Silva, “La Libertaria”,
referente de Casas Viejas, compañera del anarcosindicalista Miguel Pérez
Cordón, posteriormente también asesinado.
Igualmente Catalina
Sevillano, compañera del militante obrero Francisco Vega, también
asesinado. María Arias “La Cuina”, casada con Francisco Rodríguez,
detenida, humillada, vejada, rapada, asesinada en la laguna de La Janda.
Antonia Moreno, “La Florera”, también asesinada, estaba casada con José
Barroso, hermano de Miguel “Lagares”, otro destacado cenetista,
asesinado.
Los sublevados realizaron acciones
expeluznantes, Victoria Macías fue fusilada embarazada y su cadáver
violado. Ana Castejón pasó un calvario como botín de guerra, en el
cuartel de la Falange la raparon salvo dos moñitos con cintas con
colores monárquico y falangista, la obligaron a ingerir medio litro de
ricino, la pasearon por las calles bajo los gritos de los vecinos, el
párroco la exorcizó, vuelta a encerrar, consejo de guerra, condenada a
prisión.
Ana Ramírez, mujer de José Vega de la CNT, padres de varios
hijos, también fueron asesinados en la Laguna de Medina junto a otros
vecinos
Una vez madres y padres eliminados,
huidos, desaparecidos, los hijos padecieron las consecuencias, fueron
capturados, bautizados, cambiados sus nombres, “normalizados”. (...)" (Documentalista memorialista y republicano, 29/07/17)
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