26/2/15

Había chicas muy guapas, que como no querían ir con los guardias, las fusilaban. Por la noche...

"(...) Tras analizar los testimonios, el colectivo llega a la conclusión de que aunque la represión franquista alcanzó a toda la sociedad, "hubo mecanismos de represión específicamente dirigidos contra las mujeres y hubo también una vivencia de la represión entre las mujeres distinta en algunos aspectos de las experiencias vividas por los hombres".

 Esta represión se concretó "en los castigos públicos como el rapado del pelo, la purga con aceite de ricino o la obligación de limpiar determinados lugares, como iglesias o escuelas".

 Las autoras del estudio incide en "la violencia sexual que sufrieron las mujeres tanto en los centros de detención como durante la ocupación de las tropas franquistas como una forma de someter a esta población por medio del terror y la vergüenza". De igual modo, en los centros de detención era habitual que las mujeres sufrieran abusos sexuales como forma de presión durante los interrogatorios.

Esta forma de violencia, ejercida de forma sistemática, fue más frecuente durante la guerra y en la primera etapa del franquismo. Era practicada en un contexto social de permisividad o de impunidad, ideal para permitir que las situaciones no afloren o que las denuncias no sean consideradas.

 Palmira Merino, vecina de Sestao y testigo de esa época, ofrece un testimonio revelador: "No es como ahora que todo se cuenta. Eso quedaba en secreto. Eso nadie lo contaba. 

Sabíamos que las habían llevado pero no sabíamos lo que les habían hecho. Y ellas jamás lo han contado. Eso era como… algo tremendo". Cada día, "se pretendía anular cualquier posible resistencia; más allá de la eliminación física de algunas mujeres que se consideraron especialmente peligrosas, se pretendía la anulación psicológica de todas aquellas que pudieran mantener unas ideas contrarias a las impuestas por los vencedores", sostienen las investigadoras. (...)

Hay más testimonios, el que recuerda una de las entrevistadas, Encarnación Santamaría, sobre las mujeres que se negaron a aceptar relaciones sexuales con miembros de fuerzas militares, aún bajo la amenaza de fusilamiento: "Y luego mi madre nos contaba que había chicas muy guapas, también jóvenes, que como no querían ir con los guardias, las fusilaban. Por la noche, porque no querían ir con ellos, preferían morir antes que ir con ellos". 

Esta misma vecina habla también del estigma de ser ‘rojo’, que afectaba a toda la población y se hizo presente en todos los aspectos de la vida cotidiana: "Decían a todas las amigas de la calle: ‘no las ajuntéis a éstas –a mi hermana y a mí– porque son rojas’. Eso lo tengo grabadísimo, hay cosas que no se olvidan nunca. De niñas, ¡cuatro años!... Fíjate tú, qué crimen". 

"Yo me acuerdo que un día fui a misa y había una maestra, era asturiana y tenía en Sestao mala fama por lo que había hecho. Estábamos para entrar y dice ‘todas éstas son rojas, mejor que se marcharan, a la iglesia no tienen que entrar’", evoca, por su parte, Felisa Martínez, otra vecina de Sestao. (...)

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