20/9/13

Inmediatamente empezaron a hablar de los asesinatos que habían cometido... lo contaban sonriendo enfrente de sus esposas, sus hijos y sus nietos, actuando y representando sus crímenes. Fue estremecedor

"Christine Cynn y yo habíamos comenzado a rodar en Indonesia una película protagonizada por una comunidad de sobrevivientes de las masacres del régimen del general Suharto, cuyos miembros trabajaban en una plantación de palma de aceite.

 Esta comunidad intentaba crear un sindicato, pero temía correr la misma suerte que los padres y abuelos de sus miembros, quienes fueron enviados a campos de concentración o asesinados en 1965 por ello, pues los sindicatos fueron declarados ilegales por el régimen. 

Durante nuestras conversaciones con ellos notamos el miedo de las víctimas y la absoluta impunidad en que permanecían los crímenes cometidos por ex miembros de los escuadrones de la muerte, quienes celebraban lo que había sucedido.

 Los sobrevivientes nos dijeron que algunos de quienes habían perpetrado esos crímenes vivían cerca de allí y nos preguntaron si podíamos hablar con ellos para obtener información de lo que había ocurrido con sus familiares y cómo podían encontrar sus restos. Fue entonces cuando pensé que podríamos abordar directamente a los victimarios y preguntarles sobre lo que había pasado.

¿Cuál fue la reacción de estos hombres, se sintieron, acaso, intimidados?

Para nada, fueron abiertos y presuntuosos desde el principio. Inmediatamente empezaron a hablar de los asesinatos que habían cometido y fue horripilante: a veces lo contaban sonriendo enfrente de sus esposas, sus hijos y sus nietos, actuando y representando sus crímenes. 

 Fue estremecedor, chocante y terrible. En ese momento vimos el contraste entre los sobrevivientes, que vivían sumidos en el silencio, y los perpetradores, que no tenían reparo en contar historias que les incriminaban mucho más de lo que las propias víctimas podían contar: Suministraron los nombres de los asesinados, entre quienes se encontraban artistas, intelectuales, mujeres, sindicalistas... cualquiera que pudiera ser visto como simpatizante de izquierda u opuesto al régimen estaba en sus listas negras.

¿Cuál fue su primera impresión tras esos encuentros?

Constaté que esta situación no es inusual: el sur global entero ha sido organizado de esta manera. Los perpetradores se han hecho a la victoria a través de la violencia política masiva, con regímenes de terror; evitan que la gente organice sindicatos, manejan los recursos naturales, crean leyes laborales injustas para tener mano de obra barata... (...)

La película aborda un tema que es, sin duda, muy polémico para la historia de un país ¿Tuvieron algún impedimento para trabajar?

(...) Los problemas vinieron después de la escena en la que representan una masacre en la que también hay mujeres y niños y uno de los funcionarios del Gobierno dice que hay que cortar porque la imagen que proyectan los hará quedar mal. Ese fue un momento muy tensionante para mi equipo y para mí porque este hombre quiso llevarnos a la cárcel. Por suerte cambió de opinión. (...)

Muchos de los ex paramilitares del régimen o de sus colaboradores son funcionarios activos del actual gobierno o han llegado a altas posiciones de poder, como evidencia la película ¿Cuál ha sido la reacción del gobierno indonesio?

Una parte del Gobierno ha apoyado la película y otra ha amenazado a algunos espectadores diciéndoles que serán los siguientes en ser exterminados. Los militares ven a los artistas como los nuevos comunistas y han incluido en esa categoría a quienes ven y difunden la película. 

Personalmente, recibo amenazas de vez en cuando. Creo que no puedo volver a Indonesia o, mejor, creo que podría entrar, pero no salir de nuevo del país. Eso es bastante triste para mí porque la película ha sido como mi carta de amor para Indonesia; el equipo de rodaje en el país, que permanece en el anonimato por motivos de seguridad, ha sido como una familia para mí. 

Me entristece que ellos no puedan implicarse en esos cambios tan necesarios para Indonesia, que no puedan viajar conmigo a los estrenos o a las muestras de la película alrededor del mundo. Mi sueño es que las cosas cambien y que yo pueda poner en los créditos de la película los nombres de todos ellos. (...)

Pancasila sigue siendo la ideología nacional indonesia desde antes de la dictadura de Suharto y el país sigue gobernado bajo sus preceptos. Teniendo en cuenta que, como se muestra en la película, el movimiento Juventud Pancasila se ha convertido en el ala paramilitar del régimen ¿Qué futuro le espera a Indonesia?

Pancasila no es el problema, no es una ideología especialmente mala, simplemente dice que debes creer en dios. Utilizando ese precepto a conveniencia se declaró la guerra contra los comunistas, porque son marxistas y Marx era un filósofo ateo. Sobre esa base se justificaron el asesinato de miles de comunistas a manos de personas religiosas, el genocidio, y todos los crímenes cometidos con la excusa de defender al régimen.

 La ideología de Pancasila no necesariamente tiene que ver con lo que hace la Juventud Pancasila, que se asemeja un poco a un grupo juvenil fascista estadounidense llamado "Juventud por la Libertad" (Freedom Youth), que ya puede imaginar de qué se trata. Así como en el caso estadounidense la libertad no es el problema, Pancasila tampoco lo es en Indonesia. (...)

Si una buena parte de Indonesia recuerda con horror y con dolor la dictadura de Suharto y sufre las consecuencias de las políticas de los últimos gobiernos, incluido el actual, ¿Cómo se explica que una parte de la población continúe apoyando al régimen?

Algunos lo harán por convencimiento, pero la mayoría lo hace por miedo. La gente vota por los políticos porque le pagan por hacerlo. Los periodistas no mencionan los nombres de los involucrados en actos de corrupción porque temen a las consecuencias.

 Por eso las comunidades de sobrevivientes y las organizaciones de derechos humanos nos animaban a seguir adelante con la película: "necesitamos poner en evidencia la naturaleza del régimen", nos decían. Y no es porque los indonesios no lo sepan, sino porque tienen tanto miedo que son incapaces de hablar de ello.

Usted decía antes que el mundo está controlado por personas como el personaje principal del documental, Anwar Congo, y los demás que aparecen en él; que es este tipo de gente el que hace que todo funcione como lo hace ¿Quiere eso decir que el mal domina al mundo?

No creo que sea el mal el que controla al mundo, sino los seres humanos. Ellos hacen el mal y, mientras existan, siempre será así. En la película puede verse que los victimarios han hecho cosas malas porque son humanos y, por eso mismo, conocen la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. 

Precisamente por eso, porque son seres morales, se sienten atormentados por lo que han hecho y, para huir de ello, se mienten a sí mismos justificándolo y celebrándolo. Quizá si nos cuidáramos mejor entre nosotros, la sociedad sería diferente: nos respetaríamos más, tendríamos disparidades menos grotescas entre nosotros, como la desigualdad tan abismal entre ricos y pobres.

 Quizá si construyéramos una sociedad diferente, podríamos hacer que actos atroces como los que cometieron los paramilitares en Indonesia fueran inimaginables.

En una de las primeras escenas, Anwar Congo baila el chachachá en la terraza donde asesinó a alguien estrangulándole con un alambre. En otras escenas se ve a otros paramilitares hablando sin remordimiento ¿Cree que estaban orgullosos de lo que hicieron?

No lo creo. Algunos de los que entrevisté al principio y que me mostraron los sitios donde habían cometido sus crímenes sí estaba orgullosos; pero una de las razones por las que escogí empezar la película con Anwar es que, aunque es morboso como ninguno, él mismo dice que ha estado bebiendo, fumando marihuana y bailando para olvidar lo que ha hecho.

 Por eso se ha convertido en buen bailarín y baila el chachachá. Como personaje es muy interesante porque su conciencia está presente desde el principio. Quizá el hecho de que bailara no sea una muestra de que se siente orgulloso, sino de que sabe que lo que hizo era incorrecto, pero no quiere mostrarle al mundo su sentimiento de culpa. Justifica sus crímenes porque no quiere mirarse al espejo y ver a un asesino.

 Para mantener una mentira semejante, tiene que culpar a las personas a las que ha hecho daño y decir que se lo merecían. Lo que la película muestra es que la impunidad y la corrupción son inevitables cuando se instala todo un régimen de terror y que nuestra aparente "normalidad" se construye a costa del sufrimiento de otros.

Uno de los aspectos más interesantes de El Acto de Matar es que, sin ser apologética, intenta mostrar que los perpetradores son seres humanos como cualquiera de nosotros. Si partimos del principio de que todos los seres humanos –incluyendo a Anwar y sus amigos- están hechos del bien y del mal, ¿podría decirse que cualquier persona en cualquier parte del mundo podría haber hecho lo mismo?

Hannah Arendt dijo que Adolf Eichmann, el teniente coronel de la SS encargado de transportar judíos a los campos de concentración nazi, era una persona común y corriente; fue terriblemente malinterpretada al darse a entender que cualquier persona podría ser como él y hacer lo que él hizo. 

Esa malinterpretación tiene su origen en un error lógico: toda silla es un mueble, pero no todo mueble es una silla. Creo que todos estamos en la capacidad de pensar: "tengo suerte de no tener que averiguar si yo sería capaz de cometer crímenes como los que ellos cometieron".

Entonces ¿cree que el contexto puede tener algo que ver con que la gente haga ese tipo de cosas?

Sí, por supuesto. Creo que los seres humanos somos producto de la sociedad en que vivimos, de nuestro contexto, de nuestro pasado. Si no queremos mirar a nuestro pasado, es como si no quisiéramos saber quiénes somos. Sólo tenemos una oportunidad para vivir en esta tierra y sería un desperdicio vivir sin preguntarnos nada sobre lo que significa ser un ser humano, sin preguntarnos quiénes somos.

¿Se sintió inmerso en algún momento en un dilema moral mientras hacía la película?

Personalmente, fue un proceso bastante doloroso porque no sabía cómo hacer una película sin abordar a una persona honestamente y tener una relación de proximidad con ella. Y, cuando te acercas tanto a una persona, eso puede hacerte vulnerable. 

Anwar hablaba y mostraba cosas tan horripilantes que nos hicieron tener pesadillas a mi equipo y a mí, así que fue bastante difícil. Pudimos lidiar con eso porque los miembros del equipo son muy cariñosos y mostraron siempre su apoyo, de otro modo no hubiera sido posible.

¿Qué sucedió con Anwar y los demás después de la película?

Creo que Anwar cambió en cierta medida, pero no tiene la fuerza para reconocer que lo que hizo estaba mal. Vio la película el 1 de noviembre de 2012 y estaba profundamente conmovido, lloró por un momento, fue al baño y, al volver,me dijo: "Josh, esta película muestra lo que se siente ser yo y estoy muy contento y agradecido por haber tenido la oportunidad de mostrar estos sentimientos que he sido incapaz de mostrar por décadas". 

Él y yo seguimos en contacto y creo que así seguirá siendo porque el rodaje de la película ha sido como hacer un viaje juntos y lo ocurrido durante el proceso nos afectará por siempre."                       (Entrevista a Joshua Oppenheimer, director de "El Acto de Matar", sobre los escuadrones de la muerte de la dictadura del general Suharto en Indonesia, eldiario.es, 16/09/2013)

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