"Al final del libro, por ejemplo, cito a autores estadounidenses que
explican con toda claridad que incluso después de la Segunda Guerra
Mundial, incluso después de la caída del Tercer Reich, los Estados
Unidos seguían siendo un estado racista.
Por ejemplo, en muchos estados
de la Unión, leyes muy estrictas castigaban severamente las relaciones
sexuales y el matrimonio entre blancos y otras “razas”. Incluso en los
aspectos más íntimos de la vida privada intervenían dichos Estados.
No hay una evolución espontánea gracias a la cual el liberalismo
superase las cláusulas de exclusión. Éstas fueron superadas sólo por las
protestas.
Yo describo un episodio muy emblemático: en 1952,
la discriminación racial en las escuelas, los medios de transporte,
cines, etc. todavía existía, y el Tribunal Supremo tuvo que decidir si
esta discriminación racial era constitucional o no. Antes de decidir, el
Tribunal, recibió una carta del Departamento de Justicia:
“Si ustedes
deciden que las normas que rigen la discriminación son legítimas según
la Constitución, será una gran victoria para el movimiento comunista y
para los movimientos populares del Tercer Mundo, en el sentido de que
pueden desacreditar la democracia en los Estados Unidos. Sólo podemos
ganar legitimidad ante los ojos del Tercer Mundo si decidimos que las
leyes de discriminación racial son inconstitucionales.”
Por lo
tanto, el final, o casi, del estado racial en Estados Unidos no puede
ser entendido sin el desafío del movimiento comunista y el movimiento
revolucionario de los pueblos colonizados del Tercer Mundo.
No hay
ninguna endogénesis 3
, ninguna evolución espontánea a través del cual el liberalismo supere
estas leyes excluyentes. No, la exclusión fue superadas gracias a las
protestas. (...)
Cito a un historiador estadounidense George Fredrickson, quien
explica que en el Estado racial que eran Estados Unidos en la década de
1930, la discriminación racial no era diferente de la actitud del Tercer
Reich contra los judíos.
A finales del siglo XIX y principios del XX,
en Estados Unidos el linchamiento de negros se organizaba como un
espectáculo de masas. Se trataba de torturas que duraban varias horas, y
para asistir a las cuales los escolares tenían un día libre.
El historiador describe también cómo la Herrenvolk democracy
puede convertirse en una dictadura para el mismo pueblo de señores. A
mediados del siglo XIX, en Carolina del Sur, la pena de muerte no se
aplicaba sólo al esclavo fugitivo sino también a cualquier persona que
lo hubiese ayudado a escapar.
Todo ciudadano estadounidense estaba
obligado a convertirse en un cazador de hombres, la movilización existía
a favor de la esclavitud, había un ambiente totalitario. En las
condiciones de una crisis histórica, como la sobrevenida en la década de
1930, no es difícil que la democracia se transforme en una dictadura.
Si leemos la historia de los Estados Unidos, vemos la gran validez de la
tesis de Marx y Engels de que “no puede ser libre un pueblo que oprime a
otro pueblo.” (Entrevista a Domenico Losurdo, Jonathan Lefèvre y Daniel Zamora, PTB, Rebelión, 08/06/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario