29/2/12

“Cuando mi hermano de nueve años iba al monte a por una carga de leña, la guardia civil le paraba y le hacía preguntas o le daba guantadas a él y a quien le acompañara”.

"Pilar Alcorisa ha vivido ya ocho décadas,  de las cuales, seis las ha dedicado a buscar el paradero de su padre. Sobre todo, tiene muchos deseos de acabar con esta pesadilla que empezó cuando era una niña de seis años y vio con horror como la guardia civil llegó un día a su hogar buscando a su hermano Pedro de 26 años, entonces, 91 ahora, que se había echado al monte de guerrillero.

Fue el 14 de abril de 1947. Le dijeron al padre que si el hijo no estaba, se fuera con ellos al cuartelillo. El padre, agricultor, apicultor, con otros cinco hijos en casa los mas pequeños de 12, 9 y 6, marchó con ellos. ¿Qué iba a hacer? “Fue la última vez que lo vimos”. (...)

Vivían en Higueruelas, una aldea de Santa Cruz de Moya, en Cuenca. Al padre se lo bajaron a Valencia a un cuartel, “al calabozo de Arrancapinos”, dice Pilar. “Luego ya no sé decir si fue el alcalde o quien que nos dijo que se había muerto, ahorcado con los cordones de los zapatos.

 ¿Qué cordones? ¡Si llevaba albarcas, no tenía cordón alguno”. Si a Teófilo le preguntaron por su hijo, poco podía saber de su paradero, Pedro era resbaladizo y silencioso, enrolado en la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), en pleno apogeo del maquis.

En los papeles que no hace mucho consiguieron, un libro mal cuidado pero que aún refleja la historia, en la página en que figura la muerte de Teófilo Alcorisa, se indica “asfixiado”. Pero hay más referencia a fallecidos en esa página. “Todos figuran muertos por asfixia. –dice Pilar- ¡Qué casualidad! Tuvo que haber una epidemia de asfixia aquellos días”.

Pilar vivió con seis años una infancia aterradora, de miradas de reojo, de un padre que no estaba cuando todo el mundo tenía y con el peso de que algo horrible había pasado. “los niños son muy crueles y lo viví muy mal”. Para la familia la vida fue muy difícil “cuando mi hermano de nueve años iba al monte a por una carga de leña, la guardia civil le paraba y le hacía preguntas o le daba guantadas a él y a quien le acompañara”.

 Los registros en casa, de noche, eran habituales. La niña que era Pilar recuerda el miedo a tender la ropa en la calle “decían que eran señales que hacíamos a mi hermano… No podíamos” . El hermano, Pedro, desesperado mientras con la pena por la desgracia del padre, por no poder ayudar a su familia, deshecha. (...)

“A mi madre la desterraron. Nos tuvimos que marchar. Nos fuimos a un pueblo de Valencia donde vivía mi tía. Volvimos en 1950, dijo mi madre que fuera lo que Dios quisiera. Luego  ya en 1957 tuvimos noticias de mi hermano  que estaba en Francia y nos marchamos allí”.

Pilar, su madre y algunos de sus hermanos regresaron a España en 1975. El 20 de noviembre. “Estábamos en la frontera con nuestros enseres cuando nos enteremos de la noticia de que Franco había muerto. El hermano volvió más tarde, pero estaba ya aquí el día del golpe de estado del 23-F. Debió ver pasar toda su vida de nuevo aquella noche, como una película. La familia salió adelante como pudo, en el servicio doméstico, en fábricas… Se instalaron en Burjasot."               (El Plural, 28/02/2012)

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