" Respecto a la voluntad represora de los represores y de su grado, hay datos que atestiguan la existencia de una gran variabilidad local que sólo es explicable por las actitudes de mayor o menor fiereza de las élites locales de derechas y de quienes
detentaron el poder en verano de 1936.
El alcalde y el párroco de Elizondo, acompañados de otros vecinos, estuvieron
patrullando por las calles de la capital del valle para que no tuviera lugar una saca de 22 personas incluidas en una lista de individuos a fusilar14. Asimismo, en el libro de Altafaylla hay referencias directas de que las autoridades locales de varios pueblos actuaron en contra de la represión: eso sucedió en Allín (carlistas mediaron para frenarla), Artajona (no permitieron actuar a cuneteros), Esteribar, Lumbier (un exdiputado foral medió), Mendigorría (la acción de los carlistas hizo que no hubiera fusilamientos, detenciones, saqueos, depuraciones ni destituciones de los concejales republicanos), Valle de Salazar, Valle de la Solana, San Martin de Unx, Ujue (el alcalde se negó a la represión, a los trabajos gratuitos, no hubo requisas), Urroz, etc..
De forma similar, así como hubo curas que fomentaron una durísima represión en sus feligresías, también se registraron casos de curas que no la apoyaron. Repasando las páginas del libro de Altaffaylla se comprueban algunos ejemplos. En Arguedas el párroco hablaba en los sermones en contra del acto de matar y visitaba a familias de represaliados en días de fiesta de forma que lo viera mucha gente. En Alsasua a Marino Ayerra le abrieron proceso eclesiástico por pedir caridad y generosidad con los del bando defensor de la legalidad republicana. En Mendigorria la acción del párroco coadyuvó a que no hubiera fusilamientos ni detenciones ni destituciones de los concejales republicanos.
En Cadreita el párroco habría estado al margen de la represión desencadenada por el administrador de la casa ducal. Tampoco en Artajona y Miranda de Arga los párrocos habrían dejado actuar a los cuneteros, produciéndose en la segunda localidad un enfrentamiento entre el párroco y el Chato de Berbinzana, reputado asesino, por los sermones de aquél. En Carcastillo también se atribuye en parte a la labor del futuro obispo de San Sebastián, el beratarra Jacinto Argaya, proclive al nacionalismo, el que el número de asesinatos no fuera a más.
Cosa similar se cuenta de los párrocos de San Martin de Unx y de Ujué. Asimismo, en Aibar y Olazagutía los párrocos nacionalistas tuvieron que abandonar el pueblo, lo mismo que el de Lumbier. El de Lodosa, simpatizante peneuvista llegó a ser encarcelado. En Cáseda el párroco y su sustituto fueron expulsados y del primero se comenta que fue asesinado en Peralta." (Fernando MIKELARENA PEÑA: La intensidad de la limpieza política franquista en 1936 en la Ribera de Navarra. HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contemporánea. Número 9 (2009) http://hispanianova.rediris.es)
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