23/1/10

Las fosas de Valencia... las mujeres apedreadas...

"Tratando de recomponer su propia historia y de conocer el alcance de la represión franquista, la española Empar Salvador, autora del libro El genocidio franquista en Valencia. Las fosas silenciadas del cementerio, descubrió el lugar donde el régimen franquista enterró a miles de sus víctimas. Se trata de las fosas comunes más grandes de la historia europea del siglo XX.

"En España hay documentados 156 mil casos de desaparecidos, se calcula que sólo ha habido más víctimas en el régimen de los Jemeres Rojos de Camboya. Pero nunca se ha juzgado a nadie. (...)

Mi padre estaba escondido, había sido combatiente en la guerra antifascista. Él estaba en Barcelona cuando los fascistas tomaron la ciudad y la gente se fue andando, atravesó los Pirineos y fue a parar a Francia. Estuvo en los campos de refugiados en Francia, donde murieron miles y miles. Uno de los campos, el de Argelès, era en la playa. No tenían comida ni bebida, tomaban agua salobre porque cavaban pozos en la arena y morían de gastroenteritis. Cuando entraron los nazis a Francia los gendarmes franceses entregaron a los que eran anarquistas y comunistas a los nazis, mi padre entre ellos. Unos fueron a los campos de exterminio y otros al trabajo forzado. Mi padre hizo trabajos forzados en Alemania durante cuatro años, sobrevivió y volvió a España en 1946. (...)

Aun así, la que vivió mucho menos fue mi madre, que fue una de aquellas mujeres a las que les habían rapado la cabeza, les habían dado el aceite de ricino, las habían paseado por los pueblos, donde las exponían en las plazas para que las apedrearan. Muchas morían cuando les ponían el embudo en la boca para volcarles el aceite de ricino, les producían unas heridas por las que morían en su propio vómito de sangre. Fue el destino de muchas mujeres republicanas. (...)

¿Qué características tenía la población de Valencia que hicieron que fuera la última ciudad republicana en caer?

No sé por qué resistió más, y seguramente fue la causa de tan feroz represión, está claro que entraron a sangre y fuego. La plaza de toros de Valencia llegó a albergar a 40 mil personas, sin agua ni comida…

O sea que ahí fue a parar gente de toda España.

Sí, Valencia era la capital de la República, tenía la infraestructura necesaria, hospitalaria, etcétera. Trasladaban mucha gente a Valencia, había muchas colonias de niños refugiados. Se pensaba que desde Valencia sería más fácil escapar, pero nadie se acercaba ni nadie salía, las democracias europeas no hicieron nada, aquello se convirtió en una ratonera de la que casi nadie podía escapar. Era realmente mucha gente, y la mayoría no estaban registrados en el censo de habitantes. De todos ellos nunca se volvió a hablar y eso es lo que me lleva a mí a buscar gente en un plan masivo.

Ellos me dieron la idea del cementerio de Valencia y usando su mismo razonamiento me pregunté: si eran muchos muertos y querían que pasaran desapercibidos, ¿cuál es el mejor lugar para esconderlos? ¡Entre los demás muertos, en el cementerio! Una vez allí miraba por todos lados y no veía nada [ríe]. No las encontraba porque encima de ellas han construido otro cementerio. Están abajo. Luego encontré los Libros de registro de enterramientos del Cementerio de Valencia, que estaban en una oficina del Ayuntamiento de Valencia, pero no figuraban en ningún archivo público ni había constancia de su existencia, lo que es como si no existiesen. Los datos no estaban relacionados, esa relación la hice yo; ahora sí existe.

El primer lugar donde busqué fue el Cementerio Civil, porque allí enterraban a los ateos, masones, gente de otras religiones, etcétera, entonces pensé que los habían tirado allí. Empecé a pensar que tenía que armar un plan, organizarme para barrer el Cementerio de Valencia, estudiarlo. Y efectivamente en ese lugar encontré la primera fosa común, un espacio que me saltó a la vista, era como una praderita con hierba.

¿Cómo ubicaste las demás fosas?

Empecé a comprobar que el espacio físico era igual al espacio documentado. En los libros no se especifica que esas personas fueron enterradas allí, pero hay una serie de datos sobre esas personas, como unas coordenadas, que en realidad son el lugar exacto donde está enterrado cada uno, sin decirlo. Eso es lo que descubrí cuando logré descifrar los libros. Entonces empecé a encontrar señales en el piso, signos en la tierra, letras y números que correspondían a filas e hileras. Cuando crucé esos datos me di cuenta de que todo es lo mismo y empiezo a ubicar todas las fosas. Ahí empecé una carrera para almacenar todos esos datos de la manera más rápida posible. Tenía mucho miedo, sentía que tenía que hacerlo público cuanto antes para protegerlo, pero para eso había que hacerse de los datos. Dejé registros notariales de la existencia de esos libros (porque se decía que los sacarían de la oficina) y digitalicé la información. Efectivamente me echaron del lugar antes de terminar el trabajo, pero por suerte ya estaba todo digitalizado. (...)

Los 156 mil casos documentados que hay son la punta del iceberg. Los 23.600 documentados en las fosas son la minoría también, hay muchísima más gente que fue tirada ahí sin identificar. Es una estructura tremenda, una ingeniería puesta al servicio del ocultamiento de crímenes. Mi investigación empieza cuando termina la guerra, cuando ya no había motivos para matar a nadie ni hacer morir de hambre a un sector de la población. Las víctimas de Valencia tienen la desgracia de haber sido realmente muchas, por eso hay tanta resistencia a decir la verdad. Esta investigación es la prueba de ese genocidio." (elciudadano.cl)

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