Tigme Zangpo declaró recientemente en la Audiencia Nacional, a unos 50 metros del bar. El juez Ismael Moreno investiga desde 2006 el supuesto genocidio perpetrado por el Ejecutivo chino en el Tíbet durante las décadas de los ochenta y noventa. Y este ex profesor de Primaria tiene mucho que contar. (...)
Echa un tímido trago al vaso de agua, le hinca el diente a una empanadilla de atún y relata cómo sufrió las torturas que se practican en Drapchi, la cárcel tibetana de alta seguridad más conocida por su crueldad. "Vi morir a decenas de compatriotas. El patio se cubría, a veces, de sangre", cuenta. Le encadenaban y le apaleaban con porras eléctricas, al igual que al resto de prisioneros de Drapchi. (...)Su odisea se agudizó al perder la vista durante 14 años. "No me quedé ciego, pero sólo veía una cortina blanca". El exiliado tibetano eleva la voz y gesticula por primera vez en la comida. "Nadie me ayudaba. Tenía miedo. Es imposible expresar lo mucho que padecí", recuerda con vehemencia." (TAKNA TIGME ZANGPO: "Los carceleros nos trataban como si fuéramos animales". El País, ed. Galicia, última, 0909//2009)
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