15/5/09

La gitana rumana condenada a ser condenada

"Angélica V., una rumana de 16 años, fue encarcelada el 11 de mayo pasado en Nápoles bajo una abrumadora acusación: intento de secuestro de un bebé. Hace sólo unos días, una juez del Tribunal de Menores napolitano ha condenado a la joven, que deberá cumplir tres años y ocho meses de cárcel. Es la primera condena de este tipo dictada contra una persona de etnia gitana en Italia. Su abogado va a recurrir la sentencia, pero no tiene esperanzas. "El juicio fue parcial, la apelación lo será también", dice Christian Valle. "Durante todo el proceso se han violado derechos humanos de Angélica", añade. (...)

Bobo Maroni llega con las ideas claras y el enemigo identificado. No es la Camorra, ni la 'Ndrangheta, ni la Cosa Nostra. Son los gitanos. Como ha dicho su partido en la exitosa campaña electoral, "violan y matan a nuestras mujeres, roban bebés, asaltan ancianos". Italia vive la "emergencia gitana". Pero él lo arreglará y los echará a todos.

La historia de Angélica V. está ligada a los pogromos de Ponticelli. Las imágenes dieron la vuelta al mundo en mayo. Después de que una vecina del barrio lanzara la alarma por el intento de secuestro de su bebé, grupos de jóvenes motoristas se tomaron la justicia por su mano e incendiaron y asaltaron los campamentos gitanos del barrio.

"La reacción fue violentísima, alucinante", recuerda Marco Imarisio, periodista local del Corriere della Sera, que cubrió los ataques para su diario y ahora ha plasmado lo que vio en un libro titulado Los días de la vergüenza. Crónica de una emergencia infinita (L'Ancora del Mediterraneo).

Algunos trataron de pintar los ataques como una revuelta popular contra los gitanos, como una espontánea batalla entre pobres, pero en Nápoles todo el mundo sabe que se trató de otra cosa: "Un fatto di Camorra". Imarisio da un dato: "El clan que manda en el barrio cobraba 60 euros por cabeza a los gitanos por permitirles estar allí. Durante años. De repente, pasó de hacer negocio a quemarles las chabolas. La gente del barrio no quería a los gitanos, y ellos les cobraban el pizzo, hacían negocio con ellos. El presunto secuestro fue la excusa para echarlos y recuperar su autoridad". (...)

El hecho fundamental es que sobre algunos solares que ocupaban los campamentos ilegales quemados en mayo, el Ayuntamiento de Nápoles había decidido construir el Palaponticelli, una espectacular intervención urbana que fue declarada de interés público en junio de 2007 por la junta de la alcaldesa del Partido Demócrata, Rosa Russo Iervolino. (...)

En abril de 2008, Andrea Santoro, un concejal de Alianza Nacional, denunció públicamente que la operación era "una de las más grandes especulaciones constructoras y comerciales que haya golpeado jamás a la ciudad". El edil advirtió, además, de que un sistema de cajas chinas protegía a la promotora, Palaponticelli, creada ad hoc en 2007 con un capital social de 2.500 euros. Dicha sociedad es propiedad de Armonia, empresa de Reggio Emilia, constituida con 10.000 euros de capital social y administrada por Marilù Faraone Mennella (conocida como Lady Confindustria, porque su marido es el ex presidente de la patronal italiana, Antonio Amato) y por Silvio de Simone. (...)

El sitio elegido para el Palaponticelli, decía en 2007 la junta municipal, "está en condiciones de abandono y degradación". Sólo un año después, el Ayuntamiento solucionó el problema sin poner un euro y sin realojar a nadie. "Los gitanos huyeron, fueron alojados en casas de acogida, y ahora la inmensa mayoría está en sus países", explica Roberto Malini, de la ONG EveryOne.

El día del éxodo de los gitanos, Patrizio Gragnano, concejal ex comunista, culpó de los ataques tanto a la derecha como al Partido Demócrata (PD). "No han hecho otra cosa que sembrar odio y alimentar la exasperación de la gente", declaró a La Repubblica. El periodista añadía, de su cosecha: "En el área donde se erigía uno de los campamentos gitanos está previsto construir el Palaponticelli, una estructura de 12.000 asientos para conciertos. El desalojo de los gitanos, allí, estaba programado hace tiempo".

Volvamos al secuestro. La mujer que acusó a Angélica del intento de secuestro de su hija se llama Flora Martinelli, tiene 28 años y es hija de Ciro Martinelli, de 57 años, más conocido por los carabineros de Nápoles como O Cardinal y O Vescovo.

Martinelli es un colaborador del clan Sarno, la banda camorrista que domina Ponticelli, caracterizada por su habilidad para obtener contratos públicos. La hoja de antecedentes penales de O Vescovo ocupa varias páginas. En 1999 fue condenado por asociación para delinquir. Su hija, la madre del bebé, fue también arrestada en 2004 por un delito menor: falsedad ideológica cometida ante funcionario oficial (es decir, mentir a un policía) y falsificación de documentos relativos a la ITV y permisos de circulación.(...)

Porque, según Marco Imarisio, el periodista del Corriere, y el abogado de Angélica, el secuestro fallido nunca se produjo. "El rapto de la niña de Ponticelli nunca fue tal", escribe Imarisio. "Del hecho de que nada encaje en esta historia está convencida incluso la policía, que dudó desde el principio de la versión oficial, construida sobre el relato de la madre de la niña y sus familiares".En su informe de conclusiones, la policía expresó "fortísimas dudas" sobre la "verosimilitud" de lo que pasó ese día. (...)

O Cardinal fue quien sujetó a la muchacha cuando escapaba en el umbral de la puerta. "Es un personaje muy conocido, un hombre de respeto. Difícil pensar que alguien entre a robar en su casa, y menos a su nieta".

Angélica había estado antes en esa casa, cuentan los vecinos, "al menos tres o cuatro veces". "Probablemente muchas más", según los inspectores. "Ella contó que iba a menudo porque le daban vestiditos". (...)

"Tengo la impresión de que acaban de condenar a un inocente", dijo Enzo Esposito, secretario de la ONG Opera Nomadi de Napoli. El abogado Valle tiene esa misma sensación. "No fue un juicio imparcial. Todas las preguntas de la defensa fueron consideradas irrelevantes. Y las actas no fueron traducidas, como pide la ley cuando el acusado no sabe italiano. El juez le ofreció un pacto: si se declaraba culpable, le cambiarían la pena por un programa de rehabilitación. Ella no aceptó. La única base de la condena es el testimonio de la madre del bebé. Increíble, sobre todo porque tiene antecedentes de haber mentido a la policía. (...)

Tras la sentencia, el grupo de abogados Socorro Legal, al que pertenece el letrado Valle, emitió un comunicado. "Cada petición de la defensa ha sido sistemáticamente rechazada, incluso la admisión del abogado de oficio. (...) El aparato judicial ha desencadenado, así, su ofensiva contra la pequeña gitana, encarnizándose en una obsesión de castigo alimentada por el más vergonzoso racismo y la devastadora ideología de la seguridad de estirpe fascista". (...)

Angélica estaba condenada a ser condenada. Quizá tenía vocación de chivo expiatorio. En los días previos al incidente, los vecinos del barrio se habían reunido numerosas veces para estudiar la forma de echar de allí a los gitanos. Los habitantes de las casas populares nacidas en los años sesenta en la periferia oriental de Nápoles, hijas de la especulación administrada por el almirante y dueño de la ciudad, Achille Lauro, habían fundado no menos de cinco comités cívicos (Rinascita Ponticelli, Insieme per Ponticelli, Comitato Civico Lettieri...) para desalojar los campamentos, recuerda Imarisio.

Pero el cura de Ponticelli se oponía. Era el único defensor de los gitanos. Y cuando sucedió el pogromo declaró: "Aquí hay un trenzado perverso, algo más que mafia". Se refería a Palaponticelli, a la eficaz unanimidad con la que los políticos y medios italianos han sembrado el odio contra la población romaní. En Nápoles, esa criminalización fue liderada por la izquierda, como demuestra el manifiesto-pogromo que distribuyó el Partido Demócrata local, titulado Fuera campamentos gitanos de Ponticelli. (...)

Los habitantes de Ponticelli llevaban años esperando. Esperaban el mensaje de Berlusconi y Maroni: más seguridad, más Estado, fuera gitanos. Esperaban una inminente lluvia de millones que nunca acababa de llegar y debía cambiar el rostro de esa periferia miserable. ¿Pudo alentar quizá esa mezcla la denuncia de la mamma? (...)

El factor camorrista es la tercera pata. El clan que domina el barrio, los Sarno, es conocido por su habilidad para moverse en el proceloso terreno de los contratos públicos, un mundo que acaba de desmoronarse en parte hace unas semanas con la detención de Alfredo Romeo, megacontratista afín al Partido Democrático, imputado por corrupción junto a 16 personas más. El joven que dirigió los ataques contra los campamentos es uno de los nietos del primo del alcalde de Ponticelli, Ciro Sarno, que desde la cárcel sigue siendo el patrón del barrio.

El 21 de febrero de 2008, la junta municipal alteró y dio forma definitiva al anhelado Programa de Recuperación Urbana de Ponticelli (PRUP). Según la prensa local, la alteración supuso una caución importante: si las obras no empezaban antes del 4 de agosto, la financiación ministerial caducaría. Había prisa, por tanto.

El día que Angélica fue encarcelada, el 14 de mayo, la directora del Departamento de Infraestructuras de Transporte del Ayuntamiento de Nápoles, Elena Carmelingo, con las cenizas todavía humeantes, dispuso que los técnicos fueran al barrio para empezar a proyectar el Palaponticelli. (El País, Domingo, 01/02/2009, p. 2/4)

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