"Estos días, miles de hombres, mujeres y niños de la región norteña de Tigray están siendo enviados a «campos de concentración» para ser torturados y asesinados como parte de una purga étnica, según una investigación llevada a cabo por el diario británico The Telegraph. El diario señala que los tigrayanos están siendo mutilados y arrojados a fosas comunes.
Cuando Abiy Ahmed llegó al poder en 2018 creó un nuevo partido, el Partido de la Prosperidad, y destituyó a los principales líderes del gobierno de Tigray acusados de corrupción y represión, algo que representó en un primer momento un halo de esperanza para el país al que prometió llevar paz, prosperidad y la reconciliación a un rincón conflictivo de África y a una nación al borde de la crisis.
Abiy inició una serie de ambiciosas reformas: liberar a miles de presos políticos, levantar las restricciones a la prensa, acoger a los exiliados y a los partidos de la oposición prohibidos, nombrar a mujeres en su gabinete, abrir la economía del país fuertemente controlada a nuevas inversiones y negociar la paz con la vecina Eritrea.
Los líderes de Tigray vieron las reformas de Abiy como un intento de centralizar el poder y destruir el sistema federal etíope. La desconfianza fue creciendo cuando el gobierno central decidió posponer las elecciones nacionales, aduciendo el coronavirus, mientras el gobierno regional trigrayano desafió a celebrar sus propios comicios.
El gobierno central suspendió la financiación de Tigray y, pronto,a la escalada verbal le sucedió la militar. En noviembre de 2020 se inició una guerra civil cuando el primer ministro Abiy Ahmed lanzó una ofensiva contra las fuerzas rebeldes en la región de Tigray afirmando que fue en respuesta a los ataques de las fuerzas de Tigray que fueron acusadas de atacar bases del ejército etíope para robar armas.
Desde entonces, la violencia ha ido en aumento y ha desembocado en una limpieza étnica. Organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han denunciado la matanza de civiles inocentes, violaciones y secuestros de mujeres por parte de las tropas gubernamentales y detenciones y desapariciones de tigrayanos, marcados y perseguidos exclusivamente por su etnia.
The Telegraph habló con un hombre que dijo que escapó de uno de los campos después de convencer a los soldados de que no era completamente Tigrayan. «Éramos 250 detenidos. Las fuerzas de Amhara toman detenidos cada noche y traen a otros nuevos. Los que se llevan nunca regresan», dijo al diario.
En menos de dos años, Abiy ha pasado de ser el consentido de la comunidad internacional a convertirse en un paria, condenado por su papel en una prolongada guerra civil que, según muchos testimonios, lleva el sello del genocidio y tiene el potencial de desestabilizar la región más amplia del Cuerno de África.
Pronto, el gobierno empezó a recaer en las prácticas autoritarias a las que Abiy había renunciado: represión violenta de los manifestantes, encarcelamiento de periodistas y políticos de la oposición, y aplazamiento de las elecciones en dos ocasiones.
El TPLF logró avances inesperados en junio de este año, recuperando gran parte de Tigray del ejército, informó el Telegraph. Después de eso, las fuerzas de ocupación de la etnia Amhara de la región vecina, que aún controlaban la ciudad de Humera en la región, decidieron «exterminar» y «limpiar» a todos los tigrayanos en el área, dijo el diario.
Según The Telegraph, las fuerzas de ocupación de la etnia Amhara, de la región vecina a Tigray, han ido «de puerta en puerta» para arrestar, y “exterminar” a cualquiera que sea de etnia tigrayana, según testigos presenciales.
Etiopía continua enfrentándose a una hambruna «provocada por el
hombre» que pone en peligro la vida de miles de personas en medio de una
crisis humanitaria y a una guerra que parece no tener fin. Los primeros
defensores y partidarios de Abiy dicen que no solo engañó al mundo,
sino también a su propio pueblo." (Contrainformación, 08/09/21)
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