22/10/08

Los comisarios políticos, los porteros, en los regímenes totalitarios


"El manoseo al que sometían a sus intelectuales los regímenes del bloque soviético era igual en Praga que en Berlín Oriental, como probaron ampliamente los archivos de la Stasi. El autor de La insoportable levedad del ser tampoco sería distinto a muchos otros escritores y artistas que sobrevivieron como pudieron en los años de plomo.

La militancia de Kundera en el Partido Comunista checoslovaco era conocida, aunque se atribuyera a las complejas circunstancias de la posguerra; pero no que hubiera actuado como comisario político. Esto es lo que mantiene Petr Tresnak, que junto con Adam Hradilek firma el artículo de la revista Respekt que reconstruye la historia de aquella traición entre estudiantes de la residencia universitaria Kolonka, de Praga. "Kundera era entonces un estalinista convencido. Tenía un cierto prestigio en la universidad y escribió hasta tres libros con loas a Stalin y poemas ensalzando el comunismo", asegura. "En el documento de la policía que recoge la denuncia figura su nombre y dirección; no tiene sentido que fuera otra persona, porque cualquiera hubiera podido hacerlo de forma anónima".

Kundera, que vive en Francia desde que se exiliara, en 1975, negó ayer de nuevo lo publicado en Respekt. "Estoy extremadamente sorprendido por las informaciones difundidas por la revista checa Respekt y divulgadas por la prensa internacional. Rechazo de la manera más firme estas acusaciones, que son puras mentiras", señala su nota.

Tresnak, sin embargo, en una entrevista telefónica con este periódico, no tiene dudas. Por un lado está el informe de la policía número 624 / 1950, procedente de los archivos del Ministerio del Interior de la antigua Checoslovaquia, que localizó Hradilek, que dice que Kundera se presentó para informar sobre la cita que aquella noche tenía la estudiante Iva Militka con el desertor Miroslav Dvorácek. Tienen, además, el testimonio de Militka, que les ha permitido reconstruir lo sucedido. (...)

El otro personaje clave, el novio y posterior marido de Militka, Miroslav Dlask, que figura en la denuncia como la persona que le proporciona a Kundera la información sobre la presencia de Dvorácek en la ciudad universitaria, murió hace tiempo. "Kundera y Dlask eran amigos y posiblemente debieron discutir sobre el asunto", opina Tresnak, "se podría especular que fuera Dlask el denunciante, pero no tiene sentido que en la ficha de la policía figure el nombre y la dirección de Kundera".

Hradilek y Tresnak intentaron varias veces ponerse en contacto con Kundera, sin que éste aceptara nunca hablar con ellos. En Praga, señala Tresnak, las opiniones sobre el asunto están muy divididas. "Kundera era un comunista convencido, lo que era algo muy normal para muchos jóvenes de aquella época", explica. Kundera, añade, disfrutó un buen tiempo de los privilegios que el régimen concedía a los intelectuales afectos. Después abandonó por completo sus convicciones estalinistas y tuvo un papel importante en la agitación cultural y política durante la década de 1960, en torno a la Primavera de Praga." (El País, ed. Galicia, 15/10/2008, p. 8)

"Dlask y Militka acabaron casándose sin volver a hablar del asunto. Hasta que 60 años después, en su lecho de muerte, Dlask le contó a su esposa que en la tarde de aquel 14 de marzo había hablado del espía que iba a pasar la noche con ella a quien entonces presidía la residencia de estudiantes, el también estudiante Milan Kundera. Militka comunicó la revelación a dos jóvenes historiadores, uno de los cuales era familiar suyo, quienes decidieron investigar lo ocurrido. (...)

¿Cómo puede basarse una acusación de tan graves consecuencias en un único documento más que dudoso y usando tantas expresiones inseguras? Dudoso porque en la Checoslovaquia de los años cincuenta era práctica cotidiana por parte de la policía perpetrar denuncias, ya que cualquier agente que recibía una era condecorado con facilidad. No olvidemos que denunciar al "enemigo del pueblo" era muy bien visto por las autoridades, no en vano la ley declaraba culpables no sólo a los delincuentes sino a cualquiera que conociera un delito y no lo denunciase.Tanto la prensa checa como internacional se apresuraron a recoger el artículo y difundir la culpabilidad de Kundera.

Pero el caso daría un inesperado vuelco cuando otro testigo, el prestigioso crítico literario checo Z. Pesat, declaró tres días después de la publicación del artículo que aquel fatídico día, Dlask le había contado que él mismo denunció en la comisaría a Dvoracek. El testimonio de Pesat apenas mereció una breve columna en alguno de los medios internacionales.

De todas esas versiones se desprende que la realidad bien pudiera haber sido ésta: preocupado por la presencia de un espía -un hombre- en la habitación de su novia, Dlask fue a la comisaría y puso la denuncia en nombre del presidente de la residencia, Milan Kundera. Es por eso que la denuncia no está firmada, porque no fue Kundera quien la puso.

Lo que ocurrió ese día es incierto. Lo cierto en cambio es que la calumnia ha caído sobre el escritor y su integridad ética ha sido puesta en cuestión. La culpa de todo ello es la falta de rigor de los dos historiadores tan prestos en llegar a conclusiones. El Instituto para el Estudio de los Totalitarismos, al cual pertenecen, se fundó para estudiar el funcionamiento interno de los totalitarismos. Sin embargo, hasta ahora sólo se ha dedicado a buscar revelaciones escandalosas sobre personas que luego se demostró eran inocentes." (MONIKA ZGUSTOVA: Kundera y sus inquisidores. El País, ed. Galicia, Opinión, 21/10/2008, p. 29)

"En este documento se basa la acusación a Kundera. Han sido muchas las voces que se han alzado contra su validez. En un primer momento se dijo que no era fiable porque no llevaba la firma de Kundera. Desde el USTRCR, aclaran que sólo los interrogatorios exigían una firma. Los informes de la policía, no. "Los procedimientos de la policía eran bastante estrictos en la época, y son los mismos hoy, aquí, y en España", explica Ripka. "Kundera fue a ver a la policía. El documento está autentificado por el Archivo de las Fuerzas de Seguridad". (...)

Milan Kundera no hace más declaraciones, informa a este periódico su representante Jiri Srstka. Fue bastante tajante cuando emergieron las acusaciones. "Puras mentiras", dijo. El traductor de sus primeros libros en España, Fernando de Valenzuela, lamenta que se conceda el beneficio de la duda a la policía checa. "Esto es un montaje y una infamia", declara. La escritora Lenka Prochazkova, en su luminoso apartamento frente al río Moldava, asegura que se trata de una campaña contra uno de los iconos de la Primavera de Praga por parte de una derecha, la que puso en marcha el USTRCR, con deseos de revancha. Hasta el ex presidente Václav Havel ha salido en su defensa. (...)

Las familias de Iva Militka y Dvoracek se enemistaron. Nunca perdonaron a Militka por irse de la lengua, siempre la culparon de la suerte de su hijo. Militka ha cargado durante toda su vida con el peso de la culpa, siempre se reprochó haber contado ese encuentro a su marido. En numerosas ocasiones le preguntó si había sido él quien informó a la policía. Dlask siempre calló. Hasta 1992. Entonces, dice Militka, le contó la implicación de Kundera. "Me sentí feliz y aliviada", reconoce. Aunque eso no exculpaba a su marido. "Si informó fue para protegerme", declara. "En aquel momento, dar información al Estado no era malo". (...)

Poco después de morir el abuelo Dlask, la familia le pidió a Militka que escribiera unas memorias. "Tenía mucho tiempo libre", dice Matej, que es informático y a sus 32 años tiene tres hijos.

Matej abre las memorias de la abuela, encuadernadas en canutillo, con portada amarilla y fecha de 2002. En ellas Militka escribió: "Doy las gracias a todos, a Miroslav y a las tres estudiantes, pero este horrible sentimiento de haber sido parte de un acto miserable nunca me abandonó, y escribo con gran tristeza. Tal vez si hubiera tenido más sentido común y le hubiera rechazado todo habría sido distinto".

Matej cierra las memorias de la abuela. "Descubrimos que Dvoracek era el héroe de esta historia. Si todos se hubieran comportado como él, si no hubieran dicho nada, nada de esto hubiera ocurrido". (El País, ed. Galicia, Cultura, 26/10/2008, p. 32)

"Conociéndose bien las posibilidades de una manipulación mafiosa de los archivos policiales -la fabricación de informes y documentos destinados a desacreditar a los opositores e intelectuales rebeldes es una práctica común a todos los regímenes totalitarios del mundo-, sorprenden dos cosas. Primera: la aceptación inmediata y acrítica por los medios informativos de las acusaciones vertidas contra un escritor molesto tanto para el régimen estalinista que reinó en Praga de 1948 a 1989 como para los sectores nacionalistas y reaccionarios, más pro-Bush que el propio Aznar, que marchan viento en popa en la actual República Checa. (...)

Los sembradores de sospecha que, a partir de documentos fácilmente manipulables, de admisiones tardías de hechos reales que se remontan a la adolescencia del atacado o de simples cotilleos de aficionados a la chismografía, intentan desmontar de sus inventadas estatuas a quienes admiramos por su valor artístico e independencia de todos los poderes fácticos, se frotan las manos desde su presunta altura moral: ¡vean ustedes, son como los demás! (ellos no, dada su insignificancia, nadie les pedirá cuentas y alcanzarán al revés con sus patrañas una fama ilusoria y efímera).

La carta del historiador literario checo Zdenek Pesat del 15 de octubre -y el excelente artículo de Monika Zgustova que leo mientras corrijo estas líneas- ponen las cosas en su lugar. Estudiante de Filosofía y cuadro del partido comunista en la universidad praguense, Pesat recibió la visita, dice, de Miroslav Dlak, en la que éste le informó de que su amiga y luego esposa Iva albergaba en su domicilio a un ex compañero de estudios desertor y supuesto espía y que, a fin de protegerla, había denunciado a Dvorácek a la Stasi." (El País, ed. Galicia, Opinión, 26/10/2008, p. 21)

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